Punto G

Abrió nuestra relación

Este es un tema del cual puede haber tabúes y/o prejuicios, pero nunca está de más estar informado, pues no sabes lo que la vida te puede poner enfrente, como en mi caso en la siguiente historia que estoy por contarte.

Hace un par de años, viví en Cancún, trabajaba en un salón de belleza y tenía algunos meses viviendo con mi novio, ahora ex, con él que creí que todo iba muy bien. Hacíamos cosas de pareja como ir a la lavandería, el súper, y todo lo que se supone hacen las parejas.

Todo pintaba de maravilla hasta que un día, al finalizar una pequeña reunión con amigos en casa, ya que todos se marcharon y con unas cuantas copas encima, mi ex se armó de valor y comenzó con la frase que a todos nos paraliza cuando lo escuchamos de nuestra pareja, el clásico, “tenemos que hablar”.

Con una voz entre quebrada y alcoholizada empezó a decirme que me amaba, pensé lo peor, pero nunca el gran balde de agua fría que venía a continuación. Él no quería terminar conmigo, la persona que yo amaba, quería besar y tener relaciones sexuales con otros chicos. Mi mundo se derrumbó, enseguida me cuestione tantas cosas, ¿será que no me ama en realidad? ¿Acaso no lo complazco sexualmente? ¿No soy suficiente para él?

Después de algunos días, pensándolo bien, vi otro ángulo de la situación. Esto no era por mí, no era que yo no lo llenará, él solo quería ser libre sexualmente. Me explico que el cariño que siente por mí no cambiaría y sería una cosa meramente sexual.

Aun con dudas y un poco de miedo decidí aceptar, pues pensé en no solo los beneficios para él, sino también para mí, la libertad sexual no era solo para él, era para ambos y viviendo en la playa, con tanto turismo, ya te imaginarás, fue una buena oportunidad de compartir mi vida con la persona que amo y no quedarme con el antojo, si es que se da alguna oportunidad con algún chico que me guste.

Todo iba muy bien, al principio hablamos sobre nuestros sentimientos y decidimos poner normas para respetar nuestra relación y no faltarnos al respeto. Él tenía encuentros con otros chicos, yo también y siempre que lo hacíamos nos avisábamos para estar al pendiente y cuidarnos, pues nunca sabes a quién invitas a casa o a casa de quien te aventuras a ir, y por cualquier cosa preferimos prevenir. Si salíamos hasta la ubicación nos compartíamos.

Como era algo nuevo, claro que comenzaron a salir los celos, tanto de su parte como de la mía. De pronto había llegado más tarde, salidas, lo que generaba conflictos, por lo que charlábamos y recordábamos nuestros acuerdos.

Como te lo debes imaginar, conseguimos nuestros encuentros en esa famosa mascarita amarilla. Mi trabajo estaba a solo 5 minutos de la casa, solo unos cuantos metros de distancia, por lo que yo lo veía cada vez que se conectaba, y cuando me avisaba que se iba a ver con alguien, me aparecía el perfil del chico a la misma distancia a la que estaba la casa. Lo extraño es cuando de pronto yo veía perfiles a la distancia exacta que el perfil de mi ex, y a los minutos desaparecía. Yo intenté confiar y justificaba diciendo que era una coincidencia, además de que él lo negaba.

Un tiempo después, ya con tantas y tantas coincidencias, decidí confirmar lo que muy dentro de mí ya sabía: él rompió la promesa que hicimos. Una tarde salí a comer más temprano de lo normal y llegué en el momento justo donde un chico que yo vi cerca en la app salía de nuestro departamento mientras él le cerraba la puerta. El chico no supo ni qué hacer y solo se fue rápido. Yo confronté a mi ex, quien desvergonzadamente negó lo que estaba viendo.

En ese momento me di cuenta de que no estaba equivocado y no eran coincidencias, a él no le importaron nuestros acuerdos y estaba viviendo una vida de soltero, ya no una relación abierta, eso fue algo devastador, ya que él fue quien propuso la relación abierta y yo con dudas y mucho miedo acepté la aventura, claro que estaba consciente y bien seguro de lo que estaba haciendo, por lo que accedí esperando lealtad, reciprocidad y lo que recibe fueron mentiras y traición.

Este mal sabor de boca no me quita las ganas de intentar una relación abierta de nuevo, pero tampoco me anima a repetirlo. Al final, fue solamente un aprendizaje que la vida me puso en el camino, lo que me hizo madurar y ver otra perspectiva.

Esta relación a mí no me funcionó, no por ser abierta, más bien tiene que ver con cada persona y cada situación, existen infinidad de posibilidades que se debe de acordar con tacto y delicadeza con tu pareja y llegar a sus propios términos dependiendo el tipo de relación que desean, todo se vale siempre y cuando ambos se respeten y sean honestos.